Todo en esta imagen habla de una época #análoga: el reloj despertador, las revistas de papel, el sobre de correo postal, el libro, la cinta de mini-dv y la tapa del lente de la cámara nikon con la que se tomó la misma foto; también hay indicios de la era #digital que entraba: el sobre fue enviado por Amazon y la cámara de video en la que se grababa con el mini-dv era digital. Ahora todo está reunido en el teléfono inteligente: ¡qué cantidad de espacio ganado y de cuantas texturas nos perdemos a través de la pantalla!
Por esos días hacía canciones en un PC, que era en donde funcionaba mejor el programa Logic. Tenía un micrófono Shure Beta 58 y grababa de noche, tratando de no despertar a los vecinos, de los que me separaban unas delgadas paredes de dry-wall. Hice la canción “Lies” sobre una base de falso rhodes y la subí, tal vez, a myspace.
Una década después a un excéntrico amigo se le ocurrió, vaya uno a saber para qué, grabar la voz de nuevo, esta vez en un estudio profesional. La grabación se hizo y fue rápidamente olvidada, hasta hace unos días, que la encontré mientras hacía la limpieza periódica del computador. Escuchar una grabación olvidada de una canción tan vieja se sintió como la visitación de un fantasma: ese espíritu que ronda siempre por ahí y me hace hacer cosas sin pensar. Entonces le hice un nuevo arreglo, en la dirección del tecno para llorar o canción triste para bailar, y la subí a soundcloud.
Al final, nada ha cambiado demasiado en 10 años. Yo, por lo menos, sigo haciendo canciones en la casa cada vez que puedo y las subo a Internet sin pensarlo demasiado, sin hacerle master ni nada; debe ser que soy muy de la generación que vivió la llegada la Internet y todavía me emociona la idea de liberar al fantasma en el infinito, para que vuelva a ser olvidado y quizás, en 10 años, me recuerde este día.